
Al diseñar sistemas para aplicaciones sanitarias, es fundamental comprender por qué las válvulas de seguridad sanitarias difieren significativamente de sus contrapartes industriales. No se puede simplemente sustituir una válvula industrial robusta y darlo por terminado; hacerlo conlleva el riesgo de contaminación, incumplimiento de las normas o averías en momentos críticos.
En esencia, las válvulas industriales priorizan la resistencia mecánica, la resiliencia a altas temperaturas y la resistencia al uso. Pueden usar hierro fundido, acero al carbono o latón, con acabados gruesos y conexiones bridadas o roscadas que priorizan la integridad estructural sobre la limpieza. Si bien estas válvulas son duraderas, su diseño a menudo incluye espacios muertos internos, resortes expuestos y carcasas con grietas, condiciones inadecuadas para procesos higiénicos.
Las válvulas sanitarias, en cambio, se fabrican con una filosofía que prioriza la higiene. Cuentan con cuerpos de acero inoxidable pulido (comúnmente 316L) con interior acabados superficiales Pulido a niveles de suavidad de espejo para evitar microbolsas donde puedan crecer bacterias. Sus conexiones son tipo de triple abrazadera o de soldadura a tope, diseñado para un rápido desmontaje y montaje durante los ciclos CIP o SIP.
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Obtener libro electrónicoLos componentes internos también difieren. Las válvulas sanitarias utilizan fuelles sellados o carcasas de diafragma: estos elementos flexibles e impermeables impiden que el fluido del proceso entre en contacto con la cámara del resorte, evitando así la contaminación. Las válvulas industriales suelen dejar el resorte expuesto, lo que las hace inadecuadas para aplicaciones donde la limpieza es fundamental.
La certificación regulatoria es otra diferencia. Las válvulas industriales cumplen con las normas ASME, API y ANSI, centradas en la seguridad y la durabilidad. Sin embargo, las válvulas sanitarias requieren la certificación de la FDA. CRN y cumplimiento ASME BPE para afirmar que cumplen con los estándares sanitarios de grado alimenticio o farmacéutico.
En términos funcionales, las válvulas sanitarias están diseñadas para funcionar sin problemas durante los procesos CIP/SIP: pueden soportar repetidas desinfecciones térmicas y químicas sin degradar el material. Las válvulas industriales no lo están.
Desde el punto de vista del riesgo, el uso de una válvula de alivio industrial en un entorno sanitario conlleva riesgos de contaminación, auditorías fallidas y un desgaste acelerado debido al uso de productos químicos de limpieza agresivos. Las cavidades o grietas internas de estas válvulas albergan microbios o residuos, lo cual es totalmente inaceptable en entornos de procesamiento de alimentos, cosméticos o biofarmacéuticos.
Si bien las válvulas industriales son ideales para entornos de alta temperatura y alta presión (como plantas de acero o refinerías de petróleo), las válvulas sanitarias están diseñadas específicamente para sistemas higiénicos. Sus materiales pulidos, arquitectura sellada, conexiones de limpieza rápida y aprobaciones regulatorias las hacen irremplazables en el diseño sanitario. Como ingeniero de procesos, debe adaptar el diseño de las válvulas no solo a los requisitos de seguridad, sino también a las exigencias higiénicas de su sistema.
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